“De camino al enemigo”

| |

By Karen Black.


Inicio: No sé si siempre, pero suele suceder que a las 6 de la mañana mi día está terminando… Qué rápido que transcurrió…
Es noticia de ayer que raramente me encuentro con gente. Y si… claramente imposible a esta altura de mi día… o de su noche… la gente se despereza y se va a otros lugares (miles, imaginarios, inesperados, reales, relativos… quién sabe?)
Puedo sospechar (por diversas lecturas que realicé, por las búsquedas que siempre terminaron en otra cuestión completamente distinta, con el brusco golpe de timón que es mi perseverancia de un tiempo a esta parte) que no soy la única a la que le pasan estas cosas… por cierto… Y qué?
...
No obstante es propia y particular, esa sensación de soledad que se tiene cuando uno se ve, en la mirada de los otros… y aún así no puede reconocerse… ni el otro reconocerte.
Porque uno es demasiado extraño.
Porque uno es infrecuente.
Porque uno siempre lo supo y sin embargo quiso otra cosa…
El casi nada, el todavía, el proceso eterno y meditativo que te invita o te empuja a una búsqueda constante.
Diría mi desacostumbrado ídolo ¿A quién le importa? ¡Toda esta guinda! ¡Si te sofoca! ¿A quién le importa?
Siempre me pregunté cuál era la mejor forma de encajar.

Estado: Numerosos años perdidos. Y una considerable angustia contenida.

Práctica: Bastante observación del entorno.

Actualidad: Bien, gracias, no más que el resto. Y preguntas.

Preguntas: Ah! ¿A usted no le pasó?

Exclamación: ¡Qué interesante!

Conjetura: Suponga que por un minuto se adentra en este mundo. ¿Ahhh no puede?

Exclamación 2: ¡Qué pena para ud señor, que quizás realizó cuartetas perfectas en algún período para gloria y envidia de los que lo rodeaban! ¡Qué pena para usted que siempre fue el elegido de aquellos que falsamente importaban en ese momento! Tanta inversión para terminar deshojando margaritas en un mundanal universo de cemento!
Me río de ud!!!

Compostura: Ahora… tan ajado… tan olvidado… tan mediocre su todavía…
Pero vayamos a lo más elemental:
Hoy. Acomodando tipografías...
Entre verdes hierbas…
Entre máquinas ajustadas y precisas…

Final: Pobre la naturaleza. La suya, la suya!

.